Un Momento por la Paz – 15 de Julio
por Daniel Moya
El programa de Justapaz, Iglesias Santuarios de Paz, anima a las iglesias locales en su compromiso de ser lugares de acogida, de estudio de la Palabra y de encuentro con Dios para las personas víctimas de la violencia del conflicto armado que se vive en el país. Un ejemplo de ello es el encuentro semanal, denominado “Momento por la Paz” que se realiza en la Iglesia Menonita de Teusaquillo en Bogotá. El grupo reunido inicia con un tiempo de estudio de la Biblia y oración, para luego considerar un tema de actualidad.
Esta semana en el Momento por la Paz, el pastor Pablo Stucky invitó a una reflexión sobre el tema de “la memoria”, elaborando sobre el tema expuesto la semana pasada por el pastor Roberto Caicedo quién expuso sobre las palabras de Jesús de “hacer esto en memoria de mí”. Se inició con una lectura comunitaria del Salmo 137. Este Salmo es un llanto, un poema de un pueblo en el exilio en Babilonia, un llamado a un pueblo Israelita en desplazamiento a recordar sus raíces, de donde ellos fueron sacados. “Junto a los ríos de Babilonia nos sentábamos, y llorábamos al acordarnos de Sión,”así comienza el salmista su poema de recuerdo y llanto. El Salmo hace una invitación a recordar la tierra de donde se salió, pero especialmente a recordar la presencia de Dios con su pueblo, a hacer memoria que Dios está con su pueblo aún más en tiempos difíciles como lo es el exilio. Instantáneamente este pasaje cobró vida para el grupo reunido, la mayoría gente desplazada de sus tierras, pues más cercano a la realidad que muchos viven este pasaje no podía estar. Se reconoció al final del texto un sentimiento de ira y venganza por parte del autor contra los enemigos del pueblo de Dios, los causantes del desplazamiento.
Una señora desplazada comentó en referencia a lo que habíamos leído en aquel Salmo: “es lo mismo que nos está pasando a nosotros,” y otra señora en tono preocupante añadió que estos hechos “pasaron y están volviendo a pasar”. Nos dividimos en pequeños grupos para reflexionar sobre el pasaje.
La reflexión llevó a una lectura muy interesante de un escrito por la pastora Adelina Zúñiga, pastora de Iglesia Remanso de Paz de Montes de María, Sincelejo. Es un escrito que fue inspirado por el Salmo 137. Fue una contextualización del Salmo, conectando el pasaje bíblico a la realidad que ellos como comunidad desplazada viven. Pero lo peculiar de este escrito fue el sentido de esperanza que surgía desde la condición de desplazamiento, una relato doloroso que hacía recuerdo de una tierra arrebatada, pero a la vez se escuchaba la voz esperanzadora de un pueblo que clama justicia y con la esperanza de volver a esos Montes, a ese Jerusalén, un pueblo caminando con su creador. Fue un momento muy impactante y conmovedor para todos y todas los que estábamos presentes.
Luego de haber hecho el estudio bíblico, Clara de la corporación AVRE, retomó el tema de “la memoria,” esta vez con tomándolo desde la perspectiva psicológica. Empezó preguntándonos, ¿para qué sirve recordar? Respondió una señora desplazada, que el recuerdo es un legado de nuestra historia, que aunque doloroso, es sagrado, pues nos hace los individuos que somos. Luego Clara enfatizó que la memoria no es solamente lo del pasado, sino es un poder transformador de lo que viene, lo dijo así con una frase conocida que dice “la memoria es la denuncia de la injusticia y el anuncio de la esperanza”. De esto surgió la importancia de compartir estas memorias en comunidad para aprender de las experiencias de los demás, para que sirvan de esperanza transformadora. Fue así que se ligó esta reflexión con el mensaje de la semana pasada cuando Jesús llamó a sus discípulos a “hacer esto en memoria de mí”, pues compartió su dolor y angustia con su comunidad, antes de ser asesinado, y así hizo un llamado a solidarizarnos con los demás, y a entregar la vida por los demás como lo hizo Jesús, todo con una mirada hacia un futuro en donde la justicia y paz son posibles. Es así que recordando nuestras tierras arrebatadas, nuestra cultura, nuestro sufrimiento, pero también comprometiéndonos con los unos y los otros, ayudamos a construir una sociedad justa y de paz, caminando con el Dios de la vida, de la paz y la justicia.